Seamos suficientemente inteligentes para escuchar lo que las personas no nos están diciendo
¿Eres bueno escuchando a los demás? Saber escuchar no solo es una aptitud. Es una habilidad que para algunos viene de forma natural, y que para otros es preciso desarrollar. Lo cierto es que a la hora de crear empatía o ser exitoso en cualquier ámbito, saber escuchar es un requisito. Aprender a escuchar nos vuelve poderosos no solo porque nos garantiza una mejor comunicación con los demás, sino porque nos ayuda a conocer más a fondo a nuestros interlocutores.
El poder de la palabra es un recurso inestimable. A través de ellas es posible ganar campañas presidenciales, realizar grandes negociaciones o simplemente expresar nuestros sentimientos. Sin embargo, una cosa es comunicar una intención, y otra cosa muy diferente es materializarla a través de una acción. Por tanto, es tan importante oír el mensaje que llega, como interpretar aquello que no puede escucharse.
Escuchemos lo que no nos dicen
“Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que no se dice”- Peter Drucker.
Saber escuchar no implica solamente prestar atención a lo que se dice. El buen escucha analiza la pausa, el gesto y la aptitud, sabiendo que se dice más con la forma de actuar que con lo que se articula. Y es que el lenguaje silente es el que expresa en mayor medida la realidad. Según el prestigioso antropólogo Albert Mehrabian, durante una plática solo percibimos el 7 % de lo que se dice, un 38 % proviene de los detalles y el tono de la voz, y el 55 % restante de los gestos corporales.
La postura, la aptitud y la mirada, son valiosos elementos de la comunicación. Si prestas la debida atención notarás que pueden expresar mucho más que las palabras. Por desgracia, no todos somos capaces de interpretar “lo que no se dice”. Entonces es preciso desarrollar la habilidad de analizar aquello que no escuchamos, para comprender exactamente lo que se nos intenta comunicar.
Las acciones son palabras claras
Sin bien las personas pueden disimular su comportamiento, no quiere decir que sea imposible interpretar sus emociones. Siguen existiendo señales que de igual forma siguen llegando. Hay que seguir prestando atención a los detalles como, por ejemplo, ¿Qué indica cuando un amigo no nos busca o cuando nuestro empleador decide no darnos un aumento?
Así es, implícitamente existe un mensaje guardado. Entonces es preciso trabajar en descifrar esas señales para comprender la intención. Posiblemente nuestro amigo esté disgustado, o peor que eso, que su amistad no sea verdadera. De igual forma deben existir razones por las que no recibimos el aumento. Tal vez nuestro rendimiento no sea el correcto o nuestra empresa no esté siendo lo suficientemente rentable. El hecho es que es podemos leer del comportamiento de otros como quien lee un libro, y con ello podemos adelantarnos a muchos acontecimientos.
Ignorar los mensajes que se esconden tras las acciones de los demás es todo un lujo. Es como negarnos abrir los ojos y mirar. Con nuestra enajenación solo conseguiremos quedar sorprendidos o decepcionados del comportamiento de otros. En muchas ocasiones estos acontecimientos suponen un antes y un después para nuestra vida, porque no hay nada más duro que quedar defraudado por recibir lo inesperado.
Tenemos que entender que por encima de lo que nos digan o traten de aparentar los demás, es posible interpretar lo que realmente sienten. Si cada quien actuara como dice, entonces estaríamos en un mundo tan exageradamente perfecto que sería aburrido. Sin embargo, eso no quiere decir que dejemos de ser íntegros o descuidemos nuestra autenticidad.
La magia de interpretar lo que se calla
“Las dos pruebas más difíciles en el camino espiritual son: la paciencia para esperar el momento adecuado y el valor para no estar decepcionados con lo que nos encontraremos.” - Paulo Coelho
Andar por la vida requiere entender aquello que no es posible escuchar. Conocer lo que otros no quieren decirnos o no saben cómo hacerlo, nos permitirá saber con antelación lo que puede estar a punto de suceder. Al fin y al cabo, será como desligarnos de nuestras expectativas para asumir la verdadera realidad. Con ello cerramos la posibilidad de construir castillos en el aire o, lo que es lo mismo, renunciamos a las relaciones o aspiraciones endebles.
La magia de aprender a escuchar lo que no nos dicen no solo reside en reconocer lo nocivo o perjudicial, sino que también es fundamental a la hora de captar lo positivo que nos rodea. Podremos identificar a tiempo las oportunidades, seremos capaces de empatizar con quienes nos rodean y estaremos listos para recibir lo que los demás tienen que ofrecernos.
Es preciso que analicemos cada acontecimiento de manera general, sin decepcionarnos tan fácilmente de nosotros o de los demás. A la hora de valorar una conducta debemos meditar sobre el contexto en que ha sido desarrollada. Es posible que las circunstancia hayan jugado su papel, y el comportamiento no sea más que el resultado de haber sido arrastrado por la ocasión. Al final lo importante es que interioricemos que la única manera de escudarnos de malas experiencias es deshaciéndonos de las falsas expectativas, y para hacerlo, basta con oír atentamente aquellas señales mudas, que en realidad nos gritan a toda voz.
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